Insight Meditation Houston

El Perdón

En esta plática, estoy usando algunos extractos del capítulo sobre el perdón del libro La Sabiduría del Corazón por Jack Kornfield.

Una parte de nuestra práctica de meditación tiene que ver con el desarrollo de los factores de atención, concentración, investigación, y energía, etc. para poder vivir en una manera más sabia y hábil.

Otra parte de la práctica tiene que ver con el reconocimiento de nuestras imperfecciones como seres humanos, y la necesidad de compasión por nosotros mismos y por los demás.

Hay un principio importante en la psicología budista:

El perdón es necesario y a la vez posible.

Nunca es demasiado tarde para buscar el perdón y empezar de nuevo.

Milarepa, el santo más venerado en los Himalayas, era un joven tibetano cuya familia había sido víctima de abusos terribles por parte de sus parientes después de la muerte de su padre.

En consecuencia, la madre de Milarepa le animó a estudiar magia negra para vengarse.

Con sus poderes, Milarepa mató a muchas personas.

Más tarde se sintió remordimiento y buscó un maestro budista para ayudarle liberarse de su mal karma.

Por medio de muchos años de penitencias extremas, Milarepa se expió su pasado terrible.

Durante el resto de su vida estudió y enseñó el Dharma.

La historia de su redención es el mito más conocido en el budismo tibetano.

De la misma manera, había una transformación en la vida de Angulimala, el peor asesino de los tiempos del Buda.

Angulimala se dedicó a matar a mil personas.

Vivió en el bosque de Jalini y se convirtió en la figura más temida de su época, llevando alrededor de su cuello un collar de los dedos cortados de cada victima.

A pesar de muchas advertencias, el Buda caminó voluntariamente por ese bosque.

Cuando Angulimala trató de acercarse con su espada sangrante en la mano, el Buda estaba protegido por sus poderes como yoghi, y el asesino no pudo alcanzarle.

“Detente, detente,” gritó Angulimala.

“Ya me he detenido,” respondió el Buda tranquilamente. “He detenido todos los pensamientos, palabras y acciones que podrían lastimar a los seres vivos.”

La ausencia del miedo del Buda paralizó la fuerza destructiva de Angulimala.

Entonces, el Buda le pidió cortar una rama de un árbol.

Angulimala lo hizo fácilmente con su espada.

“Ahora,” dijo el Buda, “vuelve a colocarla en el árbol.”

Angulimala reconoció que era incapaz de hacerlo, y el Buda le explicó,

“Tu poder es tan limitado que sólo puedes destruir la vida.

Y qué hay del poder para preservar la vida?”

Angulimala dejó su espada, se arrepintió, y eventualmente llegó a convertirse en un monje y un discípulo respetado del Buda.

Ahora, como Milarepa, Angulimala es un santo venerado.

Estas dos historias de los asesinos convirtiéndose en santos nos dan esperanza para nuestra propia redención.

Hay una necesidad universal de redención, de recuperar nuestra nobleza.

Dos veces al mes, alrededor del mundo en la luna llena y la luna nueva, los monjes y las monjas de muchos monasterios realizan prácticas formales de pedir perdón y de buscar comprensión para liberarse de la conducta inhábil del pasado.

Los oyentes escuchan las historias con compasión.

El ritual acaba con el compromiso de empezar de nuevo.

En el proceso hay una liberación para los participantes.

A veces todo un país necesita rituales para limpiar su historia dolorosa.

Maha Ghosananda era uno de los pocos monjes budistas que sobrevivió el genocidio camboyano y él trató de reestablecer las tradiciones budistas en su país después de tanta destrucción.

Enseñó el perdón y la reconciliación a los cientos de miles de refugiados en los campos de Camboya.

Llevó el mensaje de perdón en una marcha alrededor de su país, explicando las palabras del Buda, “En la guerra no hay vencedores.”

Ghosananda escuchó las confesiones de los ex soldados que habían cometido acciones terribles.

Habló de la bondad innata y recomendó prácticas de sanación.

Acogió a todas las personas en el amor y aprecio.

Les dijo que a pesar de lo que había ocurrido, era posible empezar de nuevo.

El trabajo amoroso y valiente de Ghosananda formó la base para la reconciliación en su país.

[Tengo una foto de Ghosananda y el Dalai Lama haciendo reverencias entre ellos.

Cada monje está tratando de bajar su cabeza más que el otro para mostrar su respeto enorme por su compañero en el sendero del Dharma.

Cada día el Dalai Lama hace una meditación para perdonar a los soldados chinos que han torturado y matado a tantos tibetanos.

Al visualizar sus corazones cerrados, el Dalai Lama puede sentir compasión por esos soldados.]

Lo que funciona para un país lastimado se puede aplicar al proceso interior de cada uno de nosotros.

La psicología budista ofrece enseñanzas y prácticas para el desarrollo del perdón. El perdón no niega la verdad del sufrimiento y no es nada débil.

Exige valentía e integridad.

Sólo el perdón y el amor pueden aportarnos la paz interior que anhelamos.

Como explicaba el sabio indio Meher Baba, “El verdadero amor no es para los cobardes.”

Todos hemos traicionado y hecho daño a los demás, del mismo modo que otros nos han lastimado en una manera consciente o inconsciente.

Es una parte inevitable de las relaciones humanas.

Para liberarnos del pasado, es esencial que perdonemos y que seamos perdonados.

El perdón no significa que aprobemos las acciones inhábiles.

Podemos hacer todo posible para evitar que esas acciones vuelvan a suceder.

Una broma dice, “El perdón significa renunciar toda la esperanza de un pasado mejor.”

En la psicología budista, el perdón no se presenta como un precepto moral: “debes perdonar.”

Se entiende como una manera de acabar con el sufrimiento y de aportar dignidad y armonía a nuestra vida.

El perdón es fundamental para nuestra salud mental.

Es una forma de soltar el dolor que arrastramos.

Hay una historia de dos ex prisioneros de guerra que se encuentran después de muchos años.

Cuando el primero pregunta, “Has perdonado a los que te apresaron?” el segundo contesta, “No, nunca voy a hacerlo.”

Entonces responde el primero, “Eres aún su prisionero.”

Para la mayoría de la gente, el trabajo de perdonar es un proceso.

Al practicar el perdón, podemos pasar por etapas de tristeza, rabia, dolor y confusión.

Cuando nos permitimos sentir el dolor que aún retenemos, el perdón llega como un alivio en el corazón.

Reconocemos que no importa cuánto hayamos sufrido, no cortaremos a ningún ser humano del corazón.

La práctica del perdón se desarrolla a través de la repetición paciente.

Según la sugerencia de uno de sus maestros, Jack Kornfield recitaba frases de perdón hacia sí mismo y los demás por cinco minutos dos veces por día durante seis meses—360 veces.

Practicaba con las fallas pequeñas, como su tratamiento desconsiderada a un amigo, pidiendo perdón una y otra vez y comprometiéndose a actuar en una manera más consciente y compasiva.

Esta práctica le ayudaba con el proceso mucho más difícil de perdonar a su padre, un hombre duro y abusivo.

Después de años de meditación, terapia y prácticas de perdón, Jack se encontró con su padre, asustado y lleno de dolor, sufriendo de un fallo cardíaco congestivo, en un hospital.

Jack pudo proveer a su padre la presencia estable y compasiva que él necesitaba durante su proceso de morir.

[Acabo de visitar a mis padres que tienen 85 años.

Inspirada por el ejemplo de mi maestro Jack, estoy en el proceso de perdonar a mis padres por las heridas inevitables del pasado.

Mi intención es acompañarles con apreciación y gratitud por lo que me han dado y enseñado. Reconozco que durante mi niñez, ellos hicieron lo mejor que pudieron con el nivel de conciencia que tenían.

Para todos nosotros, las relaciones íntimas nos dan oportunidades de liberar el corazón. Con la práctica del perdón, todos tenemos la opción de convertir la contracción del odio y resentimiento en la expansión del amor.]

PRACTICA: MEDITACION GUIADA DEL PERDON

Para dejar las palabras y acciones no hábiles del pasado:

(Cada persona es un espejo de las cualidades de todos los seres humanos.)

En el budismo no hay énfasis en la culpa sino en el reconocimiento de las consecuencias de nuestras acciones y en la resolución de actuar con más conciencia y habilidad en el futuro.

Para practicar la meditación del perdón, siéntate de manera cómoda.

Cierra los ojos y deja que tu respiración se vuelva natural y relajada.

Deja que tu cuerpo y tu mente se relajen.

Respira suavemente en la zona del corazón.

Siente todas las barreras que has erigido y las emociones que has cargado por no haber perdonado a ti mismo y a los demás.

Siente el dolor de mantener el corazón cerrado.

Ahora respira con suavidad y empieza a pedir perdón, ampliándolo cada vez más, recitando las siguientes palabras, dejando que las imágenes y los sentimientos que aparezcan se hagan más profundos a medida que las repites.

Si he lastimado a mí mismo, con o sin conciencia, ojalá pueda perdonarme.

Si he lastimado a otros, con o sin conciencia, ojalá pueda perdonarme.

Si alguien me ha lastimado, con o sin conciencia, ojalá pueda iniciar el proceso de perdonarle, no condonando sus acciones, sino liberándome a mí mismo del resentimiento.